domingo, 23 de noviembre de 2008

...para Nacho, para que salga pronto, para que vuelva antes.


Yo que me perdí en la cordillera,
que no sé muchas veces ni qué ropa vestir
y me atormentan los cuadernos en blanco
no me sentí nunca tan alejado de nada
ni de nadie,
ahora quisiera haber permanecido con vosotros,
caminando de derrota en derrota
y convencido de que lo mejor que nos podía suceder
era no hacernos daño,
así que ni se te ocurra morirte,
puedes hacer lo que te venga en gana,
pero tienes prohibido morirte,
aquí no se va a morir nadie y menos tú,
fallecer, desfallecer o desvanecerse
no son opciones negociables,
debes regresar con todos y con todo,
ya te esperan,
todos te esperamos,
vamos a volver a los bares,
a la conversación y a la risa,
las lagrimas deben dar paso a la alegría,
el miedo al asombro
y tú cuerpo enorme y maltrecho
a ser, tan sólo, eso,
un cuerpo enorme que no alcanza
para contener todas y cada una de las virtudes
que llevas dentro.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Navegué tu espalda como en un susurro,
recorrí tu sudor recién descubierto
muriéndome de ternura y de cariño
y jugué a alojar mis dedos entre los huecos
permitidos por tus costillas, vértebras
y clavículas, estremeciéndome por la lluvia
cayendo al interior de la estancia.

En tu espalda mis manos fueron la pluma,
el viento, cada una de mis penas y alegrías,
los escombros, los relojes, la cautela,
en tu espalda se embriagaron mis uñas
de placer y consuelo,
se adormecieron de bienestar y cordura
y labraron toda la superficie de la Tierra,
en tu espalda mi rubor era un relámpago,
mi timidez era una ausencia,
mi combate quedó relegado al olvido,
en tu espalda mis dedos eran los pájaros,
los ferrocarriles, la correspondencia
transportando hasta su arquitectura
mi tradicional nostalgia.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Si yo ahora recogiera mis fichas,
nombrara cada uno de mis barcos
y los hiciera regresar a la costa
abandonando mis posiciones
y cediendo el campo,
de qué habría servido tanto sufrimiento,
tanto tiempo postrado frente a la derrota,
el esfuerzo de ponerse otra vez de pie,
gritando de ira,
cuando uno exige la victoria
y se hace invencible.