domingo, 21 de diciembre de 2008

Cada día me engaño a mi mismo
y cada día
me doy cuenta de que mi éxito
en esta tarea es menor,
son tantas las desesperaciones que uno comparte consigo
que ya no es fácil convencerse
de que éstas no existen,
me digo:

estás bien…

…seguro de no estarlo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Tengo un cuadro arrojado en el suelo que aguarda su tiempo, un racimo de libros que no leeré otra vez y la ropa sucia y arguellada desbordando mis cajones. Tengo dos entradas para un concierto de un grupo de música que no aparece ni en la televisión ni en los diarios. Me gustaría ir contigo pero sé que ese fin de semana tienes cosas que hacer. También tengo unas sábanas por lavar que perderán tu olor. Eso me apena. Creo que han adquirido la forma de tu cintura. Eso no me apena.

Tengo sobre mi mesa el libro aquel que me prestaste y que me cuesta leer. Sé que cuando lo acabe, no me quedará nada tuyo en mi estancia. Bueno, la nariz verde de payaso. Pero la llevo en mi abrigo a todas partes. No está realmente en mi estancia. Me pone de buen humor sentir su presencia en el bolsillo. Nunca sabes cuando te va a hacer falta una nariz verde de payaso. Yo tengo una. Tú me la diste.

Tengo la computadora encendida. Me gusta ver tú nombre en la pantalla. Es la forma de asegurarme de que no eres una ilusión. Ahora no está. Será porque duermes a mi lado. Tengo también dos ojos tristes con los que te miro y me cuestiono mi suerte. Y tengo un racimo prolífico de derrotas que llaman a mi puerta y me entristecen. Entonces tu sueño me recuerda que no tengo por qué perder cada vez que apuesto y eso me gusta. Casi tanto como tu cuerpo desnudo. Quisiera volver a desvanecerme en su interior. Pero ahora estás dormida. No quiero despertarte. Creo que es mejor que descanses. Tú autobús no sale hasta bien entrada la tarde y yo tengo ya demasiadas ganas de volver a verte.

domingo, 23 de noviembre de 2008

...para Nacho, para que salga pronto, para que vuelva antes.


Yo que me perdí en la cordillera,
que no sé muchas veces ni qué ropa vestir
y me atormentan los cuadernos en blanco
no me sentí nunca tan alejado de nada
ni de nadie,
ahora quisiera haber permanecido con vosotros,
caminando de derrota en derrota
y convencido de que lo mejor que nos podía suceder
era no hacernos daño,
así que ni se te ocurra morirte,
puedes hacer lo que te venga en gana,
pero tienes prohibido morirte,
aquí no se va a morir nadie y menos tú,
fallecer, desfallecer o desvanecerse
no son opciones negociables,
debes regresar con todos y con todo,
ya te esperan,
todos te esperamos,
vamos a volver a los bares,
a la conversación y a la risa,
las lagrimas deben dar paso a la alegría,
el miedo al asombro
y tú cuerpo enorme y maltrecho
a ser, tan sólo, eso,
un cuerpo enorme que no alcanza
para contener todas y cada una de las virtudes
que llevas dentro.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Navegué tu espalda como en un susurro,
recorrí tu sudor recién descubierto
muriéndome de ternura y de cariño
y jugué a alojar mis dedos entre los huecos
permitidos por tus costillas, vértebras
y clavículas, estremeciéndome por la lluvia
cayendo al interior de la estancia.

En tu espalda mis manos fueron la pluma,
el viento, cada una de mis penas y alegrías,
los escombros, los relojes, la cautela,
en tu espalda se embriagaron mis uñas
de placer y consuelo,
se adormecieron de bienestar y cordura
y labraron toda la superficie de la Tierra,
en tu espalda mi rubor era un relámpago,
mi timidez era una ausencia,
mi combate quedó relegado al olvido,
en tu espalda mis dedos eran los pájaros,
los ferrocarriles, la correspondencia
transportando hasta su arquitectura
mi tradicional nostalgia.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Si yo ahora recogiera mis fichas,
nombrara cada uno de mis barcos
y los hiciera regresar a la costa
abandonando mis posiciones
y cediendo el campo,
de qué habría servido tanto sufrimiento,
tanto tiempo postrado frente a la derrota,
el esfuerzo de ponerse otra vez de pie,
gritando de ira,
cuando uno exige la victoria
y se hace invencible.

martes, 28 de octubre de 2008

Me llevó un tiempo y me costó mucho,
tuve que arrancarme los ojos y la lengua,
coquetear con el escepticismo de los derrotados,
aprender otra vez a andar,
comenzar de nuevo a andar,
arrojar contra el piso los relojes
y quemar mis naves.

Vivir sin miedo,
tener valor para morir cada día,
aprender a llorar en los rincones,
escupir la rabia y el dolor
como una enfermedad sin cura,
vomitar la frustración y la ira
como un perro rabioso,
pero sin desprenderse de todo,
pero sin desprenderse de todos.

Vivir sin miedo,
habitar sin ira cada suceso,
despreciar el futuro,
entender el dolor como un maestro,
construir la más hermosa victoria
de la derrota más amarga
o fabricar el todo
del vacío más imperceptible,
vivir sin miedo,
entender la existencia como una lección incompleta,
el sufrimiento como una herramienta
y la vida como la temeridad de volver a intentarlo.

domingo, 26 de octubre de 2008

No te hundas,
no abandones,
no claudiques,
no te rindas ni te detengas,
no capitules,
no te sometas,
no te pares,
no despiertes,
sobretodo,
no despiertes,
no te escondas,
no te apartes,
tampoco te apartes,
no te niegues ni te rebajes,
no te mueras,
no calles,
no te resignes,
no abandones,
no claudiques,
no te rindas ni despiertes,
sobretodo,
no despiertes.

sábado, 25 de octubre de 2008

He pasado, seguro, de príncipe azul a madrastra del cuento,
de icono a truhan o de ángel a diablo,
y lo cierto es que de tanto examinarme,
estoy convencido de que ya no soy el mismo,
ni siquiera soy el que fui ayer, hoy tengo resaca
pero no importa, nada importa, el mundo es una mierda,
es a lo que opositamos todos, a ser unos mierdas,
y yo no voy a ser distinto, para que quiero ser distinto,
al final siempre te mueres,
quieres saber el final de todo? Ya lo tienes,
y al que no se resigna, ellos van y lo terminan antes,
así que no te des demasiado mal con nada,
pero no abandones, el mundo ha terminado siendo de los que no abandonan
y así nos va, las fábricas y las oficinas siguen siendo de ellos,
están en los parlamentos y en los no parlamentos,
y así nos va, mendigando por un trabajo,
nos han convertido a todos en payasos,
la palabra esclavo no define esta forma de peregrinar
de un lugar a otro del mismo vertedero,
ya me comienzo a caminar
todas las ramas
de todos los árboles
de todos los bosques
que ellos también talaron,
así que voy a evitar esta dispersión insana,
me compraste todos y cada uno de los libros que amo
y que extravié en los préstamos,
ahora los miro y nos recuerdo,
me gustaría asegurar que no cometí errores,
que lo hice todo bien, que no tuve otra elección,
me equivocaría, sigo siendo un campesino,
a menudo creo que nunca salí del instituto,
pero mentiría si no escribiera
que en su momento actué como creí que era mejor para ambos.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Si yo, sobre tu cuerpo,
deposito un grano de cereal
de aquella cosecha
que construí con mis manos desnudas
y tú lo alojas en tu vientre,
y le procuras crecimiento,
su contorno se expande con peligro,
alcanza las escuelas, las fábricas o los dormitorios,
y compite con la Luna por un espacio
en la atmósfera de la que respiras
y obtienes la luz que te invade.

Sí la tierra que en mi permanece,
la que me suministra abrigo y reconforta,
recibe tus pies descalzos como lluvia,
entonces tu cuerpo se transforma en una reja
y tu cintura abre surcos en los que alojar
el producto de mis manos y mi sombra,
así se hacen nuestros el pan y la vendimia,
las sonrisas, los quehaceres, las alcobas
y se comienza a desperezar la madrugada.

sábado, 11 de octubre de 2008

No digo que te quiera,
no es que te quiera, de hecho,
de tanto endurecerme ya ni sé querer
y eso me duele hasta no sé cuánto.

viernes, 10 de octubre de 2008

PROPOSICIÓN

Te cambio mi bicicleta nueva
por tu silbato de jefe de estación:
es una magnífica acompañante
y su mecanismo es preciso,
tú mismo puedes comprobarlo,
no hay trucos ni artimañas,
he visto la vieja locomotora
junto a los edificios desvencijados,
detrás de los andenes,
vistiendo todavía su disfraz de trasto viejo y decrépito,
por eso necesito tu silbato,
quizás también el banderín y esa divertida gorra,
te doy a cambio mi fugaz velocípedo,
no ha recorrido ni diez kilómetros,
quizás no lo entiendas
pero tengo que devolver esa locomotora a sus raíles,
quieta en el asfalto es como un mendigo sin perro,
como una playa sin gaviotas,
como una ciudad sin bicicletas,
así, de un silbido,
haciendo girar mis labios en el aire,
con la mirada inquieta,
el corazón sometido
y este pálpito irreverente
carcomiéndome las entrañas,
regresaré la locomotora a su espacio,
descargaré sobre ella mil brochazos de pintura
y le quitaré ese disfraz raído y polvoriento,
antes de que puedan percatarse las traviesas
o tomen los guardagujas severas precauciones,
no sé la razón,
qué me mueve a actuar de este modo
o en qué lugar encontré la motivación precisa,
quizás sean las antiguas fotografías quiénes me provocan,
en ellas su perfil trasciende la comprensión de los intelectuales
y cuesta entender su arquitectura quieta sobre el asfalto:
merece una eternidad hecha a medida,
una suite en el Parnaso,
transitar sin límites este planeta roto;
por eso, sin engaños ni artificios,
te cambio mi bicicleta por tu silbato,
mi vehículo por tu vehículo,
la esperanza por la esperanza...
...la libertad por la libertad.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Palabras para una compañera futura

Estaré aquí también mañana,
esperándote como en mí es habitual,
con esa tristeza propia de los hombres que aman
y ese tono pálido en las pupilas
propio de los locos que aguardan y desesperan.

Llevo demasiados días en esta orilla,
la inquietud no me permite respirar
y me comienza a hacer aguas la esperanza tanto
que empiezo a considerar la posibilidad de que no vengas
nunca.

He visto aproximarse los barcos,
apearse a otras mujeres que tampoco eran tú,
que se quedaron por un tiempo,
que me quisieron mucho y a las que yo también quise,
al menos,
también por un tiempo,
y apearse a las demás, a las que también quise mucho,
o al menos,
desee con lascivia,
pero no quisieron quedarse,
ni siquiera unos minutos,
puede que fuera la caricatura de caballero andante que represento
o esa insoportable ansiedad producto de no sentirse nunca de ninguna parte,
la cuestión es que todas se fueron,
o las hice marchar yo,
que es una manera bastante más digna de cerrar esta puerta,
me quedé otra vez esperándote como en mí es habitual,
con estas palpitaciones de tarado
y esta nostalgia propia de los que se lo jugaron todo
y lo perdieron.

martes, 30 de septiembre de 2008

Nací para piel roja en un páramo,
aquí los búfalos se adquieren
en las grandes superficies,
el único nomadismo permitido consiste
en frecuentar el refrigerador
y las niñas se ponen el cabello
del color de los trigales.

Así que creo que, sin decidirme del todo,
decidí volverme loco:
enamorarme de lo que apenas se aprecia,
permitirme un desliz con la lluvia,
comprometerme con la ternura,
pero como en un susurro,
sin que nadie se percate,
sin que se den cuenta.

lunes, 29 de septiembre de 2008

En esta madrugada aciaga
tampoco ando buscando compañera,
me extralimito en encontrar a quien recueste
sobre mí su arquitectura humilde,
comparta mi asombro
por la esperanza, el fuego y las estrellas
o dormite en mi regazo
con su desnudez sencilla de mujer de adobe,
comunicándome qué beso,
qué caricia, que contratiempo
es exclusivo patrimonio de nosotros,
de nuestras respectivas tristezas
y respectivos escombros.

En esta nocturnidad sin consuelo
me resultan inútiles los párpados,
el edredón y la almohada
o las píldoras para conciliar el sueño,
estúpidas las palabras,
la tinta del bolígrafo o la cerradura de la puerta,
flagrantes las preguntas,
las reflexiones y sus respuestas,
no ando buscando una compañera...
...aunque me gustaría.
Llevo conmigo siempre la esperanza de ver amanecer,
un libro a medio terminar,
una camiseta que, de harapienta, ya ni huele
y la extraña sensación
de que algo más de lo que asume mi vieja
tuvieron que ver ella y el cierzo.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Anoche te escribí esto,
no es mucho,
estuve cansado casi toda la tarde,
luego pensé que iba a caer,
tal vez definitivamente,
y preferí recordarnos a andar
capturando estrellas de madrugada,
a pesar de que tenía un nuevo cazaestrellas
recién adquirido en un comercio del sector.

No es demasiado lo que necesitaba decirte,
además mi torpeza me agarrota las sienes
y provoca espasmos irreductibles
en mi bolígrafo ”para todos los públicos”.

Tan sólo que estuve bien
como no lo había estado
hace tiempo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Busqué inagotable
en qué rincón poder depositar mi patria,
en qué lugar ella estará a resguardo del invierno,
podrá superar la nieve y los escombros.

Y encontré aquellas manos de barro,
con melancolía, ingrávidas
para los ríos de mi desconcierto,
la cordillera con que sueñan mis pasos
o la altiplanicie en que dormito
cada madrugada.

Quizás allá pueda caber mi país irredento,
murmurante e indómito;
en esas manos,
en su orden sencillo,
en su rumor de primavera
que irrumpe furtivamente
en mitad de la noche.
Cautivo de la penumbra como un perro,
cautivo y sin herramientas
con que defenderme,
desprotegido en exceso, frágil, vulnerable,
escucho la ropa secarse sujeta a los tendedores,
las cucarachas fornicando tras las paredes
y la electricidad acudiendo a donde la luz
se sostiene del filamento incandescente
de una bombilla.
Está bien esto del dolor,
te hace mejor persona,
abre tu cuerpo a las inclemencias
del parte meteorológico
y hace que desees la lluvia
como una forma económica
de liberarse de impurezas.
Lo que quiero decir,
no sé cómo hacerlo,
se me arruga la lengua,
trastabilla la laringe
y las cuerdas vocales
olvidan como emitir
el más simple de los sonidos.

Supongo será la timidez,
la imperiosa necesidad de agradar,
mi mentalidad de campesino humilde
todavía agarrotándome los sentidos,
como cuando niño,
el primer día de colegio.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Abuela,
qué dura tu vida en la fábrica,
qué dura tu vida en los campos,
qué dura tu vida en la casa,
cuánto esfuerzo en el trabajo,
cuánto trabajar sin recompensa.

Ahora las personas desconocen,
creen que todo es así por nada:
qué poco conocen el dolor del hambre,
qué poco conocen el dolor del trabajo,
qué poco conocen el dolor de tu vida,
pero yo si sé,
me han deslumbrado las mismas cosas,
los mismos escaparates,
las mismas pantallas de los mismos televisores
y luego aprendí el precio de un pedazo de pan,
el coste de dormir bajo un techo
y que nadie se enriquece si no roba.
Abuela Jacinta,
qué sencillo tu nombre en el cuaderno,
que simple tu estructura de mujer sencilla sobre la Tierra,
allí en tu casa con flanes y con legumbres
siempre tuve un lugar que llamar hogar,
en que sentirme como en casa,
en donde el tiempo no tuvo jamás otro nombre,
y de allá tú viniste hecha ciscos,
con las arterias desplomadas,
en la casa donde habito quedó una llamada telefónica sin respuesta,
apenas tuve la noción suficiente para alcanzar las llaves
y salir pedaleando hacia donde tu estabas.

Abuela Jacinta,
dime qué soy si no me esperas al final de tu calle,
si no me aguardas con tu arquitectura nítida,
pequeña y campesina, como de cuento;
quién habrá de preguntarme por mi nuevo automóvil,
si conseguí un mejor salario,
decidí comprarme un traje y un juego de corbatas
o convencerme de que deje los libros,
que no es nada saludable,
ni lo ha sido nunca,
estudiar tanto.

martes, 26 de agosto de 2008

No me dejéis caer de nuevo,
soy un tiburón sin fortuna,
robaron mi arrecife,
lo dejé olvidado en algún aeropuerto
y cuando regresé a por él ya no estaba,
ese tipo lo metió en su bolsa,
seguro se lo ofreció a los otros
y a mi me dejó sin nada,
soy un tiburón sin suerte,
si pienso en él me detengo,
si me detengo me hundo,
si me hundo me muero,
pero no quiero hundirme,
no esta vez,
esta vez no quiero,
no me dejéis caer,
no en la ensenada,
tampoco en la fosa,
siquiera en el viento,
soy un escualo sin fortuna,
si me detengo no respiro
si no respiro, me muero.

martes, 12 de agosto de 2008

Dos y dos no son cuatro,
a veces son cinco
y otras no llegan ni a media pieza de fruta,
así son las cosas,
a las calculadoras deberían fusilarlas,
no hacen sino crear problemas,
prefiero que operen los filólogos,
al menos ellos saben expresarse,
no como los ingenieros o los matemáticos,
por no mentar a los economistas,
todos esos son idiotas,
no saben más que afirmar con rotundidad
que dos y dos son cuatro,
sí claro!...
y dos por tres son seis,
así funcionan las cosas,
ellos afirman y todos asienten,
dudo que sea posible multiplicar el fulgor de una estrella
por su densidad en el corazón de las personas,
pero de eso no dicen nada,
a las estrellas también les colocan un número,
un modo de ofrecer su estructura en el mercado,
una manera de limitar su arquitectura,
aquí presento un renuncio
y me vuelvo a mi madriguera,
seguro que allí podré pensar en cómo operar de un modo correcto
dejando al margen las estrellas,
la respiración de cada especie vegetal
y todo lo que reside en el corazón de las personas.

lunes, 11 de agosto de 2008

“...si no viene la montaña, anda a buscarla”

Víctor Jara


No viene ni en sus autos de color brillante allá en el fondo,
en sus monturas con cabellos
de los que sujetarse y soportarse tampoco se aproxima,
en sus bicicletas marchando de a dos en dos y de a tres en tres,
en sus zapatos con polainas sucias y desgarbadas por el polvo,
en sus vehículos grandes como paquidermos
alimentándose de las acacias no ha subido
ni guardó siquiera espera por un instante
ni preguntó qué línea, qué parada , qué cuadra,
no ha tomado una fotografía chiquita con que significar sus documentos,
el pasaporte en un cajón es devorado por los insectos,
el carné quedó del lado de la encimera,
de donde se obtienen los platos de loza
para alimentarse con educación,
en donde las soperas se secan de su baño
frecuentado tras las comidas.

No viene la montaña, no viene, no viene...
ni se acerca, se mantiene invicta en su lugar,
lejos, en la distancia, inquebrantable,
nada corrompe su fortaleza de piedra,
su lugar inexpugnable no lo afecta nada
y ningún objeto atraviesa su coraza inconquistable;
la montaña no viene, ni siquiera se acerca,
permanece en su lugar único, en su mismo territorio,
es inútil la pertinaz acometida de mil húsares locos,
inútil mil enfurecidos jinetes de la luz golpeando su raciocinio,
inútil el sudor y la sangre vertidos sobre el piso,
aciagos sobre el piso,
obscenos sobre el piso.

Caminamos a su encuentro,
andamos tercos y audaces,
proseguimos el camino, un itinerario concreto, una senda determinada,
ella no viene, no es preciso, nosotros llegaremos a sus laderas,
dormiremos acurrucados bajo sus arbustos,
saciaremos nuestra sed en sus arroyos indomables,
y el hambre de nuestros cuerpos de sus árboles magníficos,
la montaña no viene,
nosotros andamos a buscarla.

miércoles, 23 de julio de 2008

La misma tenue luz, ciertamente temprana y tímida
que me hizo del viento y la tristeza,
que apenas circula para no retorcer las almohadas
y sonsacar confidencias a los edredones,
silenciosa como un desplazamiento de aire,
como una brizna de hierba jugando a los dados,
como enormes bueyes del lado de acá y con cansancio,
alumbró está huella ingrávida, estos siete arados pequeños,
esta arquitectura leve con la serenidad de un pincel
y depositó tu cuerpo cálido frente a mis ojos exhaustos
para que, con la ternura de una hoja que se adelgaza
entre dos páramos húmedos para no empaparse en la distancia,
yo quisiera deslizarme por tus labios
como un inapreciable sorbo de cerveza.

martes, 1 de julio de 2008

Temprano estoy ya triste, con mi expresión de gabardina y de paraguas,
invadido, acechado, desprotegido,
los libros desde los estantes se me arrojan contra el alma,
me provocan en el corazón profundas lesiones,
su comportamiento es el de las criaturas y las hojas,
sus discursos son estruendos irremplazables,
y percibo como en sus entrañas gritan las gargantas y las emociones,
zumban hasta mis ganglios y mis tuétanos,
son el rubor, la exhalación, el pálpito
de una multitud hace tiempo en silencio
que me arrebata y me descarna y me rompe,
labios de mis labios en la reflexión y la desgracia,
piel de mi piel enrojecida,
murmullo de mi murmullo que aletea salones y papeles,
así me acosan sus garras duras, verticales,
como nocturnos felinos temibles,
como criaturas carroñeras y hambrientas,
como aquellos juguetes dormidos en los baúles,
y no hay peatones, ni tahonas en la tarea, ni automóviles,
y casi no hay calles, y casi no hay fábricas a las que acudir,
y casi no se escuchan los besos junto a las almohadas,
temprano estoy, estoy ya triste, ya ensombrecido,
con los síntomas de la lluvia en las mejillas,
con las hormigas de la lluvia mordisqueándome las mejillas,
con la soga de la lluvia en la garganta,
con la sangre de la lluvia en el estómago,
y todo es confuso, y parecen estas gotas mi contienda,
y yo parezco su guerrero enfebrecido, impetuoso y delirante.

jueves, 26 de junio de 2008

Quisiera que esos brazos rodearan mi cuerpo,
se hicieran un lugar entre los míos,
entrelazándose con mis penas y mis alegrías.

Quisiera para mis hombros esos hombros obsesionándome,
lastrándome el sueño y la conciencia.

Para mi soledad desvencijada,
un lugar en esa mirada oscura.

Permaneceré en silencio cuando vengan a buscarme.
Siempre me siento lejos del lugar en que me encuentro.

viernes, 13 de junio de 2008

“...and I can’t sing the blues anymore
But I can sing this song
And you can sing this song
When Im gone”

James Taylor
He llegado hasta aquí de vuestro brazo,
instigado por la rabia sé que estamos cerca:
que podemos acariciar el cielo con las manos,
aunque no sé cuánto queda con exactitud
ni en qué modo daremos los últimos pasos,
nadie es insustituible, tan sólo el Sol, la Luna,
la sombra que proporcionan la copas de los árboles
y puede que el vuelo inmisericorde de los pájaros,
yo no lo soy ahora ni llegaré a serlo,
aunque he sido feliz caminando a vuestro lado
ya no puedo andar grandes distancias,
pero puedo dar un paso más,
y vosotros podréis darlo igualmente,
cuando me haya ido.

viernes, 6 de junio de 2008

He de buscar un calcetín
donde esconderme,
uno pequeño de monja
que colocar junto a la almohada
para poder hacerlo rápido,
antes del tiempo que se precisa
para ingerir un grano de arroz
o subirse a una bicicleta.

Si no encuentro un calcetín que me resulte útil,
habré de encontrar otro instrumento,
mirar en todas las cajas de herramientas
o en cada uno de los talleres
de los que tengo constancia,
quizás me sirvan los goznes de un armario
o el filo de una aguja,
los colocaré en la cocina, sobre la encimera
o sobre el alfeizar de la ventana,
así podré esconderme rápido,
en menos tiempo del que se tarda
en pronunciar “hipopótamo”,
pintar una estrella con azulejos
o conseguir que un elefante
abreve en el exterior de una ferretería.

Ahora bien,
puede que no sea suficiente,
quizás necesite esconderme contigo
y entonces sí que de nada nos van a servir
los goznes del armario,
el calcetín de monja
o el rostro fino de una aguja,
necesitaremos algo mayor,
imponente, superlativo,
así podremos escondernos
y que no nos vea nadie...

...ni las facturas,
ni los perros,
ni su necedad,
ni los automóviles,
ni los helicópteros.

martes, 27 de mayo de 2008

De un viaje a Canfranc

En ese tren
descubrí el ferrocarril,
la necesidad de conversar por conversar
y que los sueños aquí,
como casi todas las cosas,
se fabrican,
se utilizan
y se arrojan al vertedero,
sin contemplaciones.

Cementerio de trenes en Uyuni

Si te dicen que no estoy,
que extravié el billete
y perdí el tren de la merienda-cena,
ven a buscarme donde el cementerio,
en medio de la arena y el salitre,
al fondo a la izquierda,
junto a los dinosaurios.

Seguro estoy
cargando carbón en las calderas,
peleándome a brochazos con la muerte
o memorizando qué diámetro,
cuál altura,
qué número de vagón,
para recordar todo cuando los niños
me pregunten
qué pasó con los trenes.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Rumorología

Cuando este rumor que me corrompe las entrañas se apague,
no haya en mi nada que aprovechar,
me sienta ya vacío sin remedio
y sea peor que un cuenco sin agua
apartado junto al brocal de un pozo,
quizás haya llegado ya para mi
el momento de detener todos mis relojes,
comprender qué diferencia un grano de arroz
del ruido estelar de las turbinas en los aviones
y marcharme sin hacer apenas ruido.

Del mismo modo en que me he ido desarbolando
con el sucederse de las decepciones, las derrotas y los sin sentidos,
y quedándome sólo, sin conversaciones,
sin molestar a nadie me dormiré en los brazos de un perro,
como el hijo de un perro,
aguardando que ese rumor resurja,
incremente su estructura hasta el estruendo
y borre de mi pizarra
todo lo que me resta por hacer
y las demás asignaturas que no aprobé,
pero que olvidé registrar,
y que también están pendientes.

lunes, 19 de mayo de 2008

Vicisitudes

Cuando me molesta la rodilla,
me quedo rezagado
o no soy capaz de pedalear una cuesta,
me siento más cercano a un engranaje
que a la especie humana
y presiento que no pasarán demasiadas estaciones
sin necesitar una revisión a conciencia,
que me abran en canal como al ganado,
extraigan cada pieza defectuosa,
corroída, en mal estado,
la sustituyan y me recuperen.

La cuestión es que no tengo ninguna fe
en la mecánica,
me resultan aburridos
los móviles perpetuos,
una cadena de transmisión
o la inercia de una polea.
Además, de todas formas,
tampoco creo que a estas alturas
me sea precisa una rodilla nueva,
con la que tengo me voy apañando,
al fin y al cabo ya somos íntimos:
se con exactitud el lugar en que me duele,
el modo en que me molesta
y como evitar que esas molestias
se extiendan.

Me preocupa, sin embargo,
que últimamente el dolor es distinto,
en otro lugar,
de una intensidad diferente
y que es probable que al final
tengan que abrirme en canal
como al ganado.

lunes, 12 de mayo de 2008

Si yo no vuelvo

Para Chabi que me ayudó a iniciar este poema
Para la gente que pedaleó bajo la lluvia que me ayudó a terminarlo



Si vais para casa y yo no vuelvo,
y habéis de sentaros en el mismo banco de la plaza,
bajo la sombra inabarcable del mismo árbol,
a leer el libro aquel que os presté
-convencido de que os gustaría-,
recordad mi bicicleta y mi calzado,
recordad que son mis tuétanos y mis vísceras,
que me llevaron a todas partes,
que no hubo para ellos rincón imposible,
que jamás me hicieron renunciar al alba
y devastaron las cadenas y el aburrimiento
como aquellas mañanas de primavera
en que ansiábamos ver llover en la calzada
y limpiarse las derrotas de siempre...

...como nunca.

viernes, 18 de abril de 2008

Un ser humano en bicicleta

Una persona en bicicleta
recorre algo más que unos metros,
es un desgarro en la conciencia,
el aliento de un lobo en el invierno,
despierta la ternura
de una despedida
entre amigos de la infancia.

Una persona en bicicleta
está más próxima a la guerrilla que al parlamento,
constituye una sonrisa entre uniformes,
el primer día luminoso de la primavera
y la hoja que primero amarillea en el otoño.

Una persona en bicicleta
proyecta su sombra hasta el infinito
y abre surcos en el más duro asfalto,
es el séptimo de caballería,
el mensaje en la botella,
ríe con la franqueza de un niño
mientras cruza calles, plazas y avenidas
en compañía de su vehículo magnífico.

martes, 15 de abril de 2008

No lo cuentes

No lo cuentes,
no se lo cuentes a nadie,
ayer me entró pánico,
me dio pavor la noche
y el futuro
como un ciempiés ponzoñoso...
ayer nocturno y tan sólo
me asustó la tienda de té de la plaza
y los lápices de mi escritorio;
hasta ciertos libros,
que hace tiempo leí,
que me gustaron.

No lo cuentes,
ni se te ocurra,
pero ayer noctámbulo,
tan rematadamente sólo,
no pude cerrar los párpados,
confiando en la cerradura del piso,
y la puerta de la habitación,
parecía separar la habitabilidad
de la demencia;
dividir el planeta en lo certero y próximo
y lo lejano e impreciso.

jueves, 3 de abril de 2008

A una bicicleta

Sé que cuesta.
Sé que te asustan el ruido y los automóviles,
que no diseñaron para ti esta ciudad,
que se te arruga el cuerpo
y desploma el ánimo.

Pero qué quieres,
ayer otra vez en los diarios la temperatura,
otra vez las tormentas y la climatología hecha ciscos,
otra vez escribiendo preocupado en el cuaderno.

No nos queda otra.
No nos queda limpiar la tapicería,
ajustar el líquido de frenos
o comprobar la presión
de la atmósfera en los neumáticos.

Hemos de velar el patrimonio,
asegurar la posición de cada especie,
respetar la hojarasca del otoño.

Sé que cuesta,
te atemorizan los coches,
resultan inquietantes tus tuétanos en la calzada,
pero qué quieres,
ya no llueve en abril,
se retrasan los copos en invierno

y sucede demasiado tarde la primavera.

Instrucciones de uso

Si dentro de unos años no soy el mismo
retirarme el saludo en los ascensores,
cambiaros de acera
o escupidme al rostro.

No quiero clemencia,
que recordeis las conversaciones que tuvimos,
penseis que es una moda pasajera
y que todavía soy recuperable.

Hace no sé que tiempo ya

Hace no sé que tiempo ya que no riño con los charcos,
recorro las jugueterías con apenas unos billetes,
golpeo a los compañeros de pupitre en el patio,
salto a la comba, corro embravecido tras los malvados,
me escondo, me ensució, me devoro unos dulces,
las uñas nervioso, terriblemente inquieto.

Hace no sé que tiempo ya que no juego rayuela en las aceras,
me expulsan por hablar a destiempo en las aulas
y acudo a conversar con el director en su despacho,
me rasgo la piel en las caídas, me surgen moretones,
edifico con apenas unos cartones y unas tablas
y quedo vagando por los parques y las plazas y las calles,
apareciendo a cenar tarde, a deshora.

Hace no sé que tiempo ya que no me cuestiono
sí fue en este local raído donde aprendí a no caerme,
esta cicatriz la producida por aquella roja bicicleta con cohetes,
en qué armario quedó para las polillas aquel disfraz de piel roja
que me terminaría poniendo siempre del bando de los que pierden,
y adónde marchó aquella infancia de la que sólo me quedan

estas palabras vagas, comunes, mediocres.

Andante

A todas las habitaciones yo me dirijo a pie,
juego damas con las baldosas detenidas del piso,
se me trastoca un tobillo, la rodilla, una suela o la otra,
me embosca un resalte, me tropieza, me trastabilla,
pero en mi caída prosigo mi conversación conmigo,
y con los árboles,
y con las nubes,
y con los pájaros.

Arte poética

De esta casa en ruinas, de esta vivienda triste,
de este palio con estancias y mobiliario en el que residen
la climatología adversa, la precisa necesidad de los abrigos,
el viento, el agua junto a los calefactores, la nieve,
y la sombra húmeda de las gabardinas detenidas frente a los semáforos,
y el chasquido único cuando los paraguas son abiertos en los recibidores,
y toda la lana que alcance a cubrir el somier de los gatos sin número
que cruzan de un extremo al otro en columnas de a dos y en fondo,
de este habitáculo, de este ronronear de puertas que no cierran correctamente,
de su rostro irreverente,
de su racimo efímero,
de su doliente zócalo,
de sus esquinas en donde hilan su manto fantástico los arácnidos
vienen a veces unos lamentos que no parecen propios,
más hirientes, de un deterioro sin tregua, terriblemente oscuros,
un negro galope que cruza los pasillos y los retretes,
una ceremonia a la que acuden las leguminosas y las cenizas
y en torno a mi deseo los inapreciables ocupantes sin espacio,
los utensilios mordisqueados por los perros y las ratas,
cada uno de los sucios recovecos hacia donde acuden las lágrimas del polvo.

Son entonces de mi pertenencia los vestigios raídos
de quién acude a las peluquerías en camisa,
el cabello que expelen las calvicies,
de todas las puertas sus cancelas mal cerradas,
los jergones desvencijados, quejumbrosos, estridentes,
las chimeneas frías, grises, orilladas de ceniza
y la madera que ardió sobre los buques últimos,
todos y cada uno de los inservibles muelles, sus espirales rígidas,
inútiles artilugios, todos, todos sin procedencia, sin origen,
en mi errante alocución de sombrero con agujeros
para mí los exijo desesperadamente, rasgando mi colosal,
elevada estructura consumida con fatales dedos por una llama insomne.

Como un edificio en el derribo arde mi corazón de estima por quien no luce,
por la madera, los ladrillos sobre las aceras, las corbatas,
no es sino una fortaleza mi espíritu en la que querría los dientes podridos hallaran alivio,
un sencillo soportal frente al que quedaran vacíos los quirófanos,
porque pueden solicitarme ciertas palabras los rumiantes,
y los huéspedes de mi dormitorio pueden dormir aún en las estanterías,
y beberse mi cerveza oceánica con la sed de los recién recuperados en los desiertos,
y acudir a mi cocina sin aceite y sal, sin delantales,y dormitar bajo mi manta y mis emociones para evitar la agonía del cautiverio.

Para no recordar

Para no volver el corazón hacia atrás
una palabra,
una sonrisa,
un beso.

Para no volver el corazón hacia atrás
una despedida,
un beso,
un amigo.

Para no volverse hacia atrás
una palabra,
un amigo,
una despedida.

Para no volver hacia atrás la vida,
la sonrisa,
la palabra,
el amigo,
el beso.

sábado, 2 de febrero de 2008

El viejo banco del parque

Recuerdo el banco roto del viejo parque,
el armazón férreo corrompido,
la tabla hecha pedazos,
los tornillos sujetando un madero inútil.

También recuerdo los días felices,
los chicos en la estructura,
las mamás conversando,
las primeras manos furtivas de los adolescentes.

Nadie acude hoy a su regazo,
temen la mancha en la falda recién estrenada,
el rasguño en la camisa,
el roce viscoso contra la piel de la madera descompuesta.

Tan sólo los pájaros, los insectos,
los viejos amigos se acercan,
abren un volumen,
leen bajo la escueta luz de una bombilla sola
y aguardan junto al viejo banco
el clarear esperanzador de la madrugada.