lunes, 15 de septiembre de 2008

Cautivo de la penumbra como un perro,
cautivo y sin herramientas
con que defenderme,
desprotegido en exceso, frágil, vulnerable,
escucho la ropa secarse sujeta a los tendedores,
las cucarachas fornicando tras las paredes
y la electricidad acudiendo a donde la luz
se sostiene del filamento incandescente
de una bombilla.

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