miércoles, 23 de julio de 2008

La misma tenue luz, ciertamente temprana y tímida
que me hizo del viento y la tristeza,
que apenas circula para no retorcer las almohadas
y sonsacar confidencias a los edredones,
silenciosa como un desplazamiento de aire,
como una brizna de hierba jugando a los dados,
como enormes bueyes del lado de acá y con cansancio,
alumbró está huella ingrávida, estos siete arados pequeños,
esta arquitectura leve con la serenidad de un pincel
y depositó tu cuerpo cálido frente a mis ojos exhaustos
para que, con la ternura de una hoja que se adelgaza
entre dos páramos húmedos para no empaparse en la distancia,
yo quisiera deslizarme por tus labios
como un inapreciable sorbo de cerveza.

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