Si te dicen que no estoy,
que extravié el billete
y perdí el tren de la merienda-cena,
ven a buscarme donde el cementerio,
en medio de la arena y el salitre,
al fondo a la izquierda,
junto a los dinosaurios.
Seguro estoy
cargando carbón en las calderas,
peleándome a brochazos con la muerte
o memorizando qué diámetro,
cuál altura,
qué número de vagón,
para recordar todo cuando los niños
me pregunten
qué pasó con los trenes.
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