miércoles, 21 de mayo de 2008

Rumorología

Cuando este rumor que me corrompe las entrañas se apague,
no haya en mi nada que aprovechar,
me sienta ya vacío sin remedio
y sea peor que un cuenco sin agua
apartado junto al brocal de un pozo,
quizás haya llegado ya para mi
el momento de detener todos mis relojes,
comprender qué diferencia un grano de arroz
del ruido estelar de las turbinas en los aviones
y marcharme sin hacer apenas ruido.

Del mismo modo en que me he ido desarbolando
con el sucederse de las decepciones, las derrotas y los sin sentidos,
y quedándome sólo, sin conversaciones,
sin molestar a nadie me dormiré en los brazos de un perro,
como el hijo de un perro,
aguardando que ese rumor resurja,
incremente su estructura hasta el estruendo
y borre de mi pizarra
todo lo que me resta por hacer
y las demás asignaturas que no aprobé,
pero que olvidé registrar,
y que también están pendientes.

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