viernes, 16 de enero de 2009

Sobrevivo cada mes con 400 Euros,
ciertas camisas rotas
que aún conservan algo de lustre
y el habitual saco de patatas de la finca familiar
que mi tía me regala cada año
como si yo no fuera ya consciente de todo lo que
me ha ofrecido a lo largo de su vida.

Sobrevivo sin lujos pues los lujos me detestan.
No calzo zapatos pues los zapatos me desprecian.
No me alimento de carne o de pescado
pues ningún cordero o atún
me ha hecho nada todavía.

Sobrevivo entre voluntades doblegadas
con este corazón irredento
que no hace sino causarme complicaciones,
sobrevivo casi sin querer sobrevivir
pues no hay más remedio,
no me quedan opciones,
ni nada que negociar
convencido de que sobrevivir
no es sinónimo de malvivir,
que mi pobreza es mi patria
y que en mi patria
sus ciudadanos andan con la cabeza erguida,
con la dignidad como estandarte,
con la presteza como pseudónimo
pues vencidos cada vez que combatieron,
jamás fueron derrotados.

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