No todos fuimos todo.
Estaban los cinematógrafos,
las cajas de música
y las bailarinas de cerámica
que fueron otras cosas,
pero no todo.
Los demás sí lo fuimos
y dejamos en ello risas,
sonrisas, lágrimas
y rencores.
En ello frases de amor
a medio pronunciar
y otras que pronunciamos
demasiadas veces.
Sin embargo, no todos
fuimos todo.
Estaban los vasos y sus estantes,
los bolígrafos que tenían en
propiedad sus escritorios
y muchos elefantes sin vestir
que por no tener qué ponerse
tampoco lo fueron todo.
Y los demás, también ellos
que de ser tan miedosos,
asustadizos, de ser temblores,
dejaron marcharse la efusividad,
los alborozos y las alboradas,
no siendo nada.
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