martes, 12 de agosto de 2008

Dos y dos no son cuatro,
a veces son cinco
y otras no llegan ni a media pieza de fruta,
así son las cosas,
a las calculadoras deberían fusilarlas,
no hacen sino crear problemas,
prefiero que operen los filólogos,
al menos ellos saben expresarse,
no como los ingenieros o los matemáticos,
por no mentar a los economistas,
todos esos son idiotas,
no saben más que afirmar con rotundidad
que dos y dos son cuatro,
sí claro!...
y dos por tres son seis,
así funcionan las cosas,
ellos afirman y todos asienten,
dudo que sea posible multiplicar el fulgor de una estrella
por su densidad en el corazón de las personas,
pero de eso no dicen nada,
a las estrellas también les colocan un número,
un modo de ofrecer su estructura en el mercado,
una manera de limitar su arquitectura,
aquí presento un renuncio
y me vuelvo a mi madriguera,
seguro que allí podré pensar en cómo operar de un modo correcto
dejando al margen las estrellas,
la respiración de cada especie vegetal
y todo lo que reside en el corazón de las personas.

1 comentario:

escaramujo dijo...

Maño, acurrúcate en tu madriguera pero guarda siempre un ángulo que te permita mirar la lluvia cotidiana de estrellas y los relucientes ojos de las personas que expresan su fulgor. No sé si leíste el artículo de mi vecino matemático (las matemáticas en la naturaleza), a veces dos y dos son el milagro de cuatro, y las estrellas vienen a mostrárnoslo, lejos de la inflexibilidad, del control y de la codicia de nuestras mentes, nos traen lo sorprendente de su brillo y su armonía sencilla y perfecta, como el mismo profundo corazón humano.
Bss.