lunes, 19 de mayo de 2008

Vicisitudes

Cuando me molesta la rodilla,
me quedo rezagado
o no soy capaz de pedalear una cuesta,
me siento más cercano a un engranaje
que a la especie humana
y presiento que no pasarán demasiadas estaciones
sin necesitar una revisión a conciencia,
que me abran en canal como al ganado,
extraigan cada pieza defectuosa,
corroída, en mal estado,
la sustituyan y me recuperen.

La cuestión es que no tengo ninguna fe
en la mecánica,
me resultan aburridos
los móviles perpetuos,
una cadena de transmisión
o la inercia de una polea.
Además, de todas formas,
tampoco creo que a estas alturas
me sea precisa una rodilla nueva,
con la que tengo me voy apañando,
al fin y al cabo ya somos íntimos:
se con exactitud el lugar en que me duele,
el modo en que me molesta
y como evitar que esas molestias
se extiendan.

Me preocupa, sin embargo,
que últimamente el dolor es distinto,
en otro lugar,
de una intensidad diferente
y que es probable que al final
tengan que abrirme en canal
como al ganado.

1 comentario:

Unknown dijo...

ESTO NO SE LE HACE A UN AMIGO, POETARRA, MÁS QUE POETARRA, CON LO SENSIBLE QUE VENGO TODAS LAS NOCHES DE REHAB ;"-)