domingo, 21 de diciembre de 2008

Cada día me engaño a mi mismo
y cada día
me doy cuenta de que mi éxito
en esta tarea es menor,
son tantas las desesperaciones que uno comparte consigo
que ya no es fácil convencerse
de que éstas no existen,
me digo:

estás bien…

…seguro de no estarlo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Tengo un cuadro arrojado en el suelo que aguarda su tiempo, un racimo de libros que no leeré otra vez y la ropa sucia y arguellada desbordando mis cajones. Tengo dos entradas para un concierto de un grupo de música que no aparece ni en la televisión ni en los diarios. Me gustaría ir contigo pero sé que ese fin de semana tienes cosas que hacer. También tengo unas sábanas por lavar que perderán tu olor. Eso me apena. Creo que han adquirido la forma de tu cintura. Eso no me apena.

Tengo sobre mi mesa el libro aquel que me prestaste y que me cuesta leer. Sé que cuando lo acabe, no me quedará nada tuyo en mi estancia. Bueno, la nariz verde de payaso. Pero la llevo en mi abrigo a todas partes. No está realmente en mi estancia. Me pone de buen humor sentir su presencia en el bolsillo. Nunca sabes cuando te va a hacer falta una nariz verde de payaso. Yo tengo una. Tú me la diste.

Tengo la computadora encendida. Me gusta ver tú nombre en la pantalla. Es la forma de asegurarme de que no eres una ilusión. Ahora no está. Será porque duermes a mi lado. Tengo también dos ojos tristes con los que te miro y me cuestiono mi suerte. Y tengo un racimo prolífico de derrotas que llaman a mi puerta y me entristecen. Entonces tu sueño me recuerda que no tengo por qué perder cada vez que apuesto y eso me gusta. Casi tanto como tu cuerpo desnudo. Quisiera volver a desvanecerme en su interior. Pero ahora estás dormida. No quiero despertarte. Creo que es mejor que descanses. Tú autobús no sale hasta bien entrada la tarde y yo tengo ya demasiadas ganas de volver a verte.

domingo, 23 de noviembre de 2008

...para Nacho, para que salga pronto, para que vuelva antes.


Yo que me perdí en la cordillera,
que no sé muchas veces ni qué ropa vestir
y me atormentan los cuadernos en blanco
no me sentí nunca tan alejado de nada
ni de nadie,
ahora quisiera haber permanecido con vosotros,
caminando de derrota en derrota
y convencido de que lo mejor que nos podía suceder
era no hacernos daño,
así que ni se te ocurra morirte,
puedes hacer lo que te venga en gana,
pero tienes prohibido morirte,
aquí no se va a morir nadie y menos tú,
fallecer, desfallecer o desvanecerse
no son opciones negociables,
debes regresar con todos y con todo,
ya te esperan,
todos te esperamos,
vamos a volver a los bares,
a la conversación y a la risa,
las lagrimas deben dar paso a la alegría,
el miedo al asombro
y tú cuerpo enorme y maltrecho
a ser, tan sólo, eso,
un cuerpo enorme que no alcanza
para contener todas y cada una de las virtudes
que llevas dentro.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Navegué tu espalda como en un susurro,
recorrí tu sudor recién descubierto
muriéndome de ternura y de cariño
y jugué a alojar mis dedos entre los huecos
permitidos por tus costillas, vértebras
y clavículas, estremeciéndome por la lluvia
cayendo al interior de la estancia.

En tu espalda mis manos fueron la pluma,
el viento, cada una de mis penas y alegrías,
los escombros, los relojes, la cautela,
en tu espalda se embriagaron mis uñas
de placer y consuelo,
se adormecieron de bienestar y cordura
y labraron toda la superficie de la Tierra,
en tu espalda mi rubor era un relámpago,
mi timidez era una ausencia,
mi combate quedó relegado al olvido,
en tu espalda mis dedos eran los pájaros,
los ferrocarriles, la correspondencia
transportando hasta su arquitectura
mi tradicional nostalgia.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Si yo ahora recogiera mis fichas,
nombrara cada uno de mis barcos
y los hiciera regresar a la costa
abandonando mis posiciones
y cediendo el campo,
de qué habría servido tanto sufrimiento,
tanto tiempo postrado frente a la derrota,
el esfuerzo de ponerse otra vez de pie,
gritando de ira,
cuando uno exige la victoria
y se hace invencible.

martes, 28 de octubre de 2008

Me llevó un tiempo y me costó mucho,
tuve que arrancarme los ojos y la lengua,
coquetear con el escepticismo de los derrotados,
aprender otra vez a andar,
comenzar de nuevo a andar,
arrojar contra el piso los relojes
y quemar mis naves.

Vivir sin miedo,
tener valor para morir cada día,
aprender a llorar en los rincones,
escupir la rabia y el dolor
como una enfermedad sin cura,
vomitar la frustración y la ira
como un perro rabioso,
pero sin desprenderse de todo,
pero sin desprenderse de todos.

Vivir sin miedo,
habitar sin ira cada suceso,
despreciar el futuro,
entender el dolor como un maestro,
construir la más hermosa victoria
de la derrota más amarga
o fabricar el todo
del vacío más imperceptible,
vivir sin miedo,
entender la existencia como una lección incompleta,
el sufrimiento como una herramienta
y la vida como la temeridad de volver a intentarlo.

domingo, 26 de octubre de 2008

No te hundas,
no abandones,
no claudiques,
no te rindas ni te detengas,
no capitules,
no te sometas,
no te pares,
no despiertes,
sobretodo,
no despiertes,
no te escondas,
no te apartes,
tampoco te apartes,
no te niegues ni te rebajes,
no te mueras,
no calles,
no te resignes,
no abandones,
no claudiques,
no te rindas ni despiertes,
sobretodo,
no despiertes.