Dos y dos no son cuatro,
a veces son cinco
y otras no llegan ni a media pieza de fruta,
así son las cosas,
a las calculadoras deberían fusilarlas,
no hacen sino crear problemas,
prefiero que operen los filólogos,
al menos ellos saben expresarse,
no como los ingenieros o los matemáticos,
por no mentar a los economistas,
todos esos son idiotas,
no saben más que afirmar con rotundidad
que dos y dos son cuatro,
sí claro!...
y dos por tres son seis,
así funcionan las cosas,
ellos afirman y todos asienten,
dudo que sea posible multiplicar el fulgor de una estrella
por su densidad en el corazón de las personas,
pero de eso no dicen nada,
a las estrellas también les colocan un número,
un modo de ofrecer su estructura en el mercado,
una manera de limitar su arquitectura,
aquí presento un renuncio
y me vuelvo a mi madriguera,
seguro que allí podré pensar en cómo operar de un modo correcto
dejando al margen las estrellas,
la respiración de cada especie vegetal
y todo lo que reside en el corazón de las personas.
martes, 12 de agosto de 2008
lunes, 11 de agosto de 2008
“...si no viene la montaña, anda a buscarla”
Víctor Jara
Víctor Jara
No viene ni en sus autos de color brillante allá en el fondo,
en sus monturas con cabellos
de los que sujetarse y soportarse tampoco se aproxima,
en sus bicicletas marchando de a dos en dos y de a tres en tres,
en sus zapatos con polainas sucias y desgarbadas por el polvo,
en sus vehículos grandes como paquidermos
alimentándose de las acacias no ha subido
ni guardó siquiera espera por un instante
ni preguntó qué línea, qué parada , qué cuadra,
no ha tomado una fotografía chiquita con que significar sus documentos,
el pasaporte en un cajón es devorado por los insectos,
el carné quedó del lado de la encimera,
de donde se obtienen los platos de loza
para alimentarse con educación,
en donde las soperas se secan de su baño
frecuentado tras las comidas.
No viene la montaña, no viene, no viene...
ni se acerca, se mantiene invicta en su lugar,
lejos, en la distancia, inquebrantable,
nada corrompe su fortaleza de piedra,
su lugar inexpugnable no lo afecta nada
y ningún objeto atraviesa su coraza inconquistable;
la montaña no viene, ni siquiera se acerca,
permanece en su lugar único, en su mismo territorio,
es inútil la pertinaz acometida de mil húsares locos,
inútil mil enfurecidos jinetes de la luz golpeando su raciocinio,
inútil el sudor y la sangre vertidos sobre el piso,
aciagos sobre el piso,
obscenos sobre el piso.
Caminamos a su encuentro,
andamos tercos y audaces,
proseguimos el camino, un itinerario concreto, una senda determinada,
ella no viene, no es preciso, nosotros llegaremos a sus laderas,
dormiremos acurrucados bajo sus arbustos,
saciaremos nuestra sed en sus arroyos indomables,
y el hambre de nuestros cuerpos de sus árboles magníficos,
la montaña no viene,
nosotros andamos a buscarla.
miércoles, 23 de julio de 2008
La misma tenue luz, ciertamente temprana y tímida
que me hizo del viento y la tristeza,
que apenas circula para no retorcer las almohadas
y sonsacar confidencias a los edredones,
silenciosa como un desplazamiento de aire,
como una brizna de hierba jugando a los dados,
como enormes bueyes del lado de acá y con cansancio,
alumbró está huella ingrávida, estos siete arados pequeños,
esta arquitectura leve con la serenidad de un pincel
y depositó tu cuerpo cálido frente a mis ojos exhaustos
para que, con la ternura de una hoja que se adelgaza
entre dos páramos húmedos para no empaparse en la distancia,
yo quisiera deslizarme por tus labios
como un inapreciable sorbo de cerveza.
que me hizo del viento y la tristeza,
que apenas circula para no retorcer las almohadas
y sonsacar confidencias a los edredones,
silenciosa como un desplazamiento de aire,
como una brizna de hierba jugando a los dados,
como enormes bueyes del lado de acá y con cansancio,
alumbró está huella ingrávida, estos siete arados pequeños,
esta arquitectura leve con la serenidad de un pincel
y depositó tu cuerpo cálido frente a mis ojos exhaustos
para que, con la ternura de una hoja que se adelgaza
entre dos páramos húmedos para no empaparse en la distancia,
yo quisiera deslizarme por tus labios
como un inapreciable sorbo de cerveza.
martes, 1 de julio de 2008
Temprano estoy ya triste, con mi expresión de gabardina y de paraguas,
invadido, acechado, desprotegido,
los libros desde los estantes se me arrojan contra el alma,
me provocan en el corazón profundas lesiones,
su comportamiento es el de las criaturas y las hojas,
sus discursos son estruendos irremplazables,
y percibo como en sus entrañas gritan las gargantas y las emociones,
zumban hasta mis ganglios y mis tuétanos,
son el rubor, la exhalación, el pálpito
de una multitud hace tiempo en silencio
que me arrebata y me descarna y me rompe,
labios de mis labios en la reflexión y la desgracia,
piel de mi piel enrojecida,
murmullo de mi murmullo que aletea salones y papeles,
así me acosan sus garras duras, verticales,
como nocturnos felinos temibles,
como criaturas carroñeras y hambrientas,
como aquellos juguetes dormidos en los baúles,
y no hay peatones, ni tahonas en la tarea, ni automóviles,
y casi no hay calles, y casi no hay fábricas a las que acudir,
y casi no se escuchan los besos junto a las almohadas,
temprano estoy, estoy ya triste, ya ensombrecido,
con los síntomas de la lluvia en las mejillas,
con las hormigas de la lluvia mordisqueándome las mejillas,
con la soga de la lluvia en la garganta,
con la sangre de la lluvia en el estómago,
y todo es confuso, y parecen estas gotas mi contienda,
y yo parezco su guerrero enfebrecido, impetuoso y delirante.
invadido, acechado, desprotegido,
los libros desde los estantes se me arrojan contra el alma,
me provocan en el corazón profundas lesiones,
su comportamiento es el de las criaturas y las hojas,
sus discursos son estruendos irremplazables,
y percibo como en sus entrañas gritan las gargantas y las emociones,
zumban hasta mis ganglios y mis tuétanos,
son el rubor, la exhalación, el pálpito
de una multitud hace tiempo en silencio
que me arrebata y me descarna y me rompe,
labios de mis labios en la reflexión y la desgracia,
piel de mi piel enrojecida,
murmullo de mi murmullo que aletea salones y papeles,
así me acosan sus garras duras, verticales,
como nocturnos felinos temibles,
como criaturas carroñeras y hambrientas,
como aquellos juguetes dormidos en los baúles,
y no hay peatones, ni tahonas en la tarea, ni automóviles,
y casi no hay calles, y casi no hay fábricas a las que acudir,
y casi no se escuchan los besos junto a las almohadas,
temprano estoy, estoy ya triste, ya ensombrecido,
con los síntomas de la lluvia en las mejillas,
con las hormigas de la lluvia mordisqueándome las mejillas,
con la soga de la lluvia en la garganta,
con la sangre de la lluvia en el estómago,
y todo es confuso, y parecen estas gotas mi contienda,
y yo parezco su guerrero enfebrecido, impetuoso y delirante.
jueves, 26 de junio de 2008
Quisiera que esos brazos rodearan mi cuerpo,
se hicieran un lugar entre los míos,
entrelazándose con mis penas y mis alegrías.
Quisiera para mis hombros esos hombros obsesionándome,
lastrándome el sueño y la conciencia.
Para mi soledad desvencijada,
un lugar en esa mirada oscura.
Permaneceré en silencio cuando vengan a buscarme.
Siempre me siento lejos del lugar en que me encuentro.
se hicieran un lugar entre los míos,
entrelazándose con mis penas y mis alegrías.
Quisiera para mis hombros esos hombros obsesionándome,
lastrándome el sueño y la conciencia.
Para mi soledad desvencijada,
un lugar en esa mirada oscura.
Permaneceré en silencio cuando vengan a buscarme.
Siempre me siento lejos del lugar en que me encuentro.
viernes, 13 de junio de 2008
“...and I can’t sing the blues anymore
But I can sing this song
And you can sing this song
When Im gone”
James Taylor
He llegado hasta aquí de vuestro brazo,James Taylor
instigado por la rabia sé que estamos cerca:
que podemos acariciar el cielo con las manos,
aunque no sé cuánto queda con exactitud
ni en qué modo daremos los últimos pasos,
nadie es insustituible, tan sólo el Sol, la Luna,
la sombra que proporcionan la copas de los árboles
y puede que el vuelo inmisericorde de los pájaros,
yo no lo soy ahora ni llegaré a serlo,
aunque he sido feliz caminando a vuestro lado
ya no puedo andar grandes distancias,
pero puedo dar un paso más,
y vosotros podréis darlo igualmente,
cuando me haya ido.
viernes, 6 de junio de 2008
He de buscar un calcetín
donde esconderme,
uno pequeño de monja
que colocar junto a la almohada
para poder hacerlo rápido,
antes del tiempo que se precisa
para ingerir un grano de arroz
o subirse a una bicicleta.
Si no encuentro un calcetín que me resulte útil,
habré de encontrar otro instrumento,
mirar en todas las cajas de herramientas
o en cada uno de los talleres
de los que tengo constancia,
quizás me sirvan los goznes de un armario
o el filo de una aguja,
los colocaré en la cocina, sobre la encimera
o sobre el alfeizar de la ventana,
así podré esconderme rápido,
en menos tiempo del que se tarda
en pronunciar “hipopótamo”,
pintar una estrella con azulejos
o conseguir que un elefante
abreve en el exterior de una ferretería.
Ahora bien,
puede que no sea suficiente,
quizás necesite esconderme contigo
y entonces sí que de nada nos van a servir
los goznes del armario,
el calcetín de monja
o el rostro fino de una aguja,
necesitaremos algo mayor,
imponente, superlativo,
así podremos escondernos
y que no nos vea nadie...
...ni las facturas,
ni los perros,
ni su necedad,
ni los automóviles,
ni los helicópteros.
donde esconderme,
uno pequeño de monja
que colocar junto a la almohada
para poder hacerlo rápido,
antes del tiempo que se precisa
para ingerir un grano de arroz
o subirse a una bicicleta.
Si no encuentro un calcetín que me resulte útil,
habré de encontrar otro instrumento,
mirar en todas las cajas de herramientas
o en cada uno de los talleres
de los que tengo constancia,
quizás me sirvan los goznes de un armario
o el filo de una aguja,
los colocaré en la cocina, sobre la encimera
o sobre el alfeizar de la ventana,
así podré esconderme rápido,
en menos tiempo del que se tarda
en pronunciar “hipopótamo”,
pintar una estrella con azulejos
o conseguir que un elefante
abreve en el exterior de una ferretería.
Ahora bien,
puede que no sea suficiente,
quizás necesite esconderme contigo
y entonces sí que de nada nos van a servir
los goznes del armario,
el calcetín de monja
o el rostro fino de una aguja,
necesitaremos algo mayor,
imponente, superlativo,
así podremos escondernos
y que no nos vea nadie...
...ni las facturas,
ni los perros,
ni su necedad,
ni los automóviles,
ni los helicópteros.
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